Porter (Mel Gibson) y Val (Gregg Henry) cometieron un atraco, pero Val había planeado eliminar a su colega para quedarse con todo el botín. Como no consiguió matarlo, Porter decide vengarse de quien le ha robado su dinero y a su mujer (Deborah Kara Unger). Para ello cuenta con la ayuda de Rosie (Maria Bello).

Una obra que cumple muy bien en todo, ofreciendo buenas escenas de acción sin descuidar el guión. La película nos sitúa en una situación de venganza, Mel Gibson hace de tipo duro para no variar, apenas habla, tiene expresión seria y una herida enorme que busca cicatrizar a través de su tan ansiada venganza. Un hombre que ha sido traicionado, le ha sido arrebatado lo suyo, y busca recuperarlo. No quiere el dinero de otros, quiere el suyo, y no quiere matar a cualquiera, sino al desgraciado que le clavó un puñal por la espalda.

Así pues, nos sumergimos en una roadmovie de violencia, obvio que no es una roadmovie, pero sí un camino donde se va a cruzar con muchos problemas antes de llegar finalmente a su objetivo principal.

Una obra con elementos clásicos del género, desde ese protagonista duro y cínico, hasta esos policías corruptos, la venganza, la traición, las voces en off, la femme fatale... Un tono clásico que se aprecia hasta en la fotografía.

Y lo mejor, hay acción de la buena y realista, no hay triples patadas kung-fu y enemigos endebles esperando a recibirlas. Las escenas de acción son medidas y contenidas, y no son la piedra angular del film, sino un agregado que suma agilidad a la historia. Se sale un poco del prototipo de películas de venganza y eso se agradece.

En conclusión, una obra amena y entretenida donde podrás ver a Mel Gibson en su salsa, haciendo lo que mejor sabe hacer, poner cara de mala hostia y repartir guantazos. Un 6'4.