Un productor de Hollywood encarga al escritor Richard Benson (William Holden) el guión de su última película. Benson se instala en un apartamento de París, pero, en vez de escribir, se dedica a la buena vida. Cuando se da cuenta de que sólo le quedan dos días para acabar el trabajo, contrata a Gabrielle (Audrey Hepburn) como secretaria para poder cumplir el encargo.

Audrey Hepburn interpreta a una estilos secretaria en la bella París, quien deberá ayudar a un excéntrico guionista en tan sólo dos días, a sacar a la luz un guión.

Una obra minimalista y con formato teatral, pero que se pierde en ensoñaciones gracias a la imaginación de ambos, quienes a medida que escriben, trazan en sus cabezas la obra. Así pues, la obra se sale de ese piso parisino para recrear el guión que escriben.

La obra te sumerge en un sinfín de hilarantes situaciones, y a su vez, poco a poco crece la tensión amorosa entre ambos, pero sin llegar nunca a rozarse. Y quizás esta indiferencia, se transmite como algo plano y alejado de la pasión que ambos erradian al escribir.

El director parodia en cierta forma los devenires de la industria cinematográfica, los géneros cinematográficos o a esos guionistas capaces de escribir un guión en dos días, pero con ayuda, por supuesto.

Una mezcla de géneros donde predomina la comedia romántica con beso final y todo, pero más allá de lo que ocurre en ese apartamento, la imaginación de nuestros protagonistas, lleva a cameos de distintos géneros y actores de la talla de Marlene Dietrich, la femme fatale por excelencia.

Una obra curiosa y con un formato original, una obra que hace que te alejes de la realidad un rato, al igual que los protagonistas, porque el cine, de una forma u otra, es eso. Aún así, aunque la historia tenga destellos de genialidad, resulta algo plana y la trama amorosa de nuestros protagonistas, insustancial. Un 6'2.